Granja Avícola Jiménez Rosales, S.L.
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Es
importante
conocer
la
estructura
del
huevo
para
comprender
cómo
debe
ser
manipulado.
De
este
modo
podemos
garantizar
la máxima calidad y seguridad de este alimento.
El
huevo
está
diseñado
por
la
naturaleza
como
una
estructura
idónea
para
proteger
y
alimentar
al
embrión.
Éste
se
desarrolla
a
partir de un huevo fertilizado, crece durante el período de incubación y da lugar a un pollito, que nace con la eclosión del huevo.
Existen
barreras
físicas
y
químicas
para
proteger
el
embrión
de
la
contaminación
exterior
y
del
crecimiento
bacteriano.
Ambas
contribuyen a proteger todos esos nutrientes que el huevo nos ofrecerá como alimento.
Se
consideran
barreras
físicas
la
cáscara
y
cutícula,
las
membranas
testáceas
(de
la
cáscara),
la
densidad
y
estructura
de
la
clara
y
la
membrana
exterior
de
la
yema
(membrana
vitelina).
Y
las
barreras
químicas
los
compuestos
antibacterianos
del
albumen
(lisozima,
fosvitina),
su
pH
(alcalino,
9,5),
las
moléculas
que
secuestran
cationes,
proteínas
y
vitaminas,
así
como
las
que
tienen
efecto antienzimático (antitripsina).
El
corte
transversal
de
un
huevo
permite
diferenciar
nítidamente:
la
cáscara,
la
clara
o
albumen
y
la
yema,
separadas
entre
sí
por
membranas que mantienen su integridad.
La ilustración muestra un esquema de la estructura del huevo, con sus partes:
Yema
(óvulo).
Es
la
parte
central
y
anaranjada
del
huevo.
Supone
de
un
30
a
un
33%
del
peso
del
huevo
y
está
constituida
por
múltiples
capas
de
vitelo
blanco
y
amarillo,
un
disco
germinal,
una
membrana
vitelina
y
látebra.
Contiene
las
células
germinales,
donde
se
produce
la
fecundación
y
después
el
desarrollo
embrionario.
Este
es
posible
gracias
a
la
gran
riqueza
de
nutrientes de la yema.
Clara
o
albumen.
Supone
un
60%
aproximadamente
del
total
del
peso
del
huevo.
Se
compone
de
4
capas
que
forman
el
llamado
“saco
albuminoideo”,
cuya
función
es
proteger a la yema:
Capa fina interior fluida
Capa intermedia densa
Capa gruesa fluida
Capa fina exterior densa
Membranas
testáceas
(interna
y
externa).
Están
en
la
cara
interna
de
la
cáscara,
y
son
un
3%
aproximadamente
del
peso
del
huevo.
Son
parte
de
las
barreras
defensivas
del
huevo
contra
la
contaminación.
La
membrana
interna
es
más
fina
que
la
externa.
Cáscara.
Supone
un
9%
del
peso
del
huevo
y
se
compone
de
carbonato
cálcico
(94%),
carbonato
magnésico
(1%),
fosfato
cálcico
(1%)
y
materia
orgánica
(4%
de
proteína).
Su
color
depende
de
la
presencia
de
un
pigmento
compuesto
por
ovoporfirinas,
ligado
a
la
raza
de
la
gallina.
En
su
superficie
hay
numerosos
poros
(entre
7.000
y
15.000)
que
facilitan
el
intercambio
gaseoso
entre
el
interior
y
el
exterior
del huevo.
Cutícula.
Capa
proteica
de
queratina
que
cierra
los
poros,
aunque
permite
el
intercambio
gaseoso
(salida
de
CO2
y
de
vapor
de
agua
y
entrada
de O2).
Cámara
de
aire.
Espacio
que
se
forma
por
contracción
del
albumen
tras
la
puesta
y
fuerza
la
separación
de
las
membranas.
Aumenta
con
la
edad
del
huevo,
las
pérdidas
de
CO2
y
de
vapor de agua.
Información: Instituto de Estudios del Huevo.
Estructura del huevo
Formación del huevo
A
partir
de
las
20
semanas
la
gallina
alcanza
la
madurez
sexual
y
comienza
a
poner
huevos.
Éste
se
va
formando
gradualmente
a
lo
largo
de
entre
24
y
26
horas.
En
el
proceso
todos
los
componentes
necesarios
se
van
sintetizando
o
transportando
hasta
el
lugar
adecuado
y
se
disponen
en
el
orden,
cantidad
y
orientación
adecuada
para
que
el
huevo
producido
sea
viable. Cualquier alteración del proceso repercute en la calidad del huevo.
La
figura
2
representa
el
aparato
reproductor
femenino
del
ave,
indicando
las
funciones
que
desarrolla
cada
parte
del
mismo
y
el
tiempo
de
permanencia del huevo durante su formación.
El
aparato
reproductor
femenino
se
compone
de
ovario
y
oviducto,
y
solo
los izquierdos son funcionales.
OVARIO
El
ovario
pesa
35
g
aproximadamente
y
se
sitúa
en
la
parte
inferior
de
la
cavidad
abdominal,
cerca
del
riñón.
Su
aspecto
de
“racimo
de
uvas”
se
debe
a
los
folículos
que
se
encuentran
en
distinta
fase
de
crecimiento.
Hay
3
o
4
folículos
grandes
y
una
serie
de
8
a
12
de
tamaño
decreciente.
El
resto
(más
de 4.000) solo pueden verse al microscopio.
Unos
10
días
antes
de
la
ovulación,
se
produce
la
fase
de
crecimiento
rápido
de
la
yema
dentro
del
folículo
ovárico
(de
0,06
g
a
18
g
de
peso),
denominada
vitelogénesis.
Se
incorporan
capas
concéntricas
de
vitelo
(yema),
cuya
coloración
varía
en
función
del
tipo
y
concentración
de
pigmentos del alimento consumido por la gallina durante este proceso.
La
ovulación
se
produce
cuando
el
folículo
alcanza
la
madurez
y
se
libera
la
yema, que será captada por el oviducto.
OVIDUCTO
La
yema
entra
en
el
oviducto
de
24
a
26
horas
antes
de
la
salida
del
huevo
por
la
cloaca
(oviposición).
El
oviducto
es
un
tubo
de
60-70
cm
de
largo
y
40 g de peso, que conecta la región del ovario con la cloaca.
En
el
oviducto
se
distinguen
cinco
secciones:
infundíbulo,
magno,
istmo,
útero
o
glándula
cascarógena
y
cloaca.
En
cada
una
de
ellas tienen lugar distintas fases de la formación del huevo.
–
El
infundíbulo
es
la
entrada
del
oviducto,
el
lugar
donde
la
yema
o
vitelo
es
capturada
tras
la
ovulación
y
donde
permanece
entre
15
y
30
minutos.
Tiene
forma
de
embudo.
Aquí
se
forman
las
dos
capas
más
externas
de
la
membrana
vitelina,
que
representan
2/3
partes
del
total
y
juegan
un
papel
muy
importante
en
la
protección
de
la
yema,
evitando
la
entrada
de
agua
desde la clara. El infundíbulo es el lugar donde se produce, en su caso, la fertilización del huevo.
–
El
magno
es
la
sección
más
larga
del
oviducto.
La
formación
del
albumen
o
clara
se
inicia
en
el
magno
y
acaba
en
el
útero. La clara es una solución acuosa (90% agua) de proteína y minerales.
A
diferencia
de
las
proteínas
de
la
yema,
que
provienen
del
hígado,
las
del
albumen
se
sintetizan
en
el
magno,
que
tiene
células específicas:
Las
glándulas
tubulares
secretan
ovoalbúmina
y
lisozima,
entre
otras,
que
equivalen
al
80%
de
los
componentes
de
la
clara.
Las células caliciformes sintetizan avidina y ovomucina.
La
síntesis
proteica
se
produce
continuamente,
pero
aumenta
cuando
la
yema
entra
en
el
magno.
La
distensión
que
produce
la
yema
a
su
paso
por
el
oviducto
provoca
la
liberación
de
las
proteínas
almacenadas
en
las
células,
que
se
depositan durante las 3 horas y 30 minutos que tarda este proceso.
Cuando
el
huevo
sale
del
magno,
el
albumen
presenta
un
aspecto
gelatinoso
denso,
ya
que
solo
contiene
un
50
%
del
agua, es decir alrededor de 15 g.
El
istmo
es
el
tramo
del
oviducto
entre
el
magno
y
el
útero,
en
el
que
el
huevo
permanece
una
hora
y
quince
minutos
aproximadamente.
En
este
punto
el
albumen
empieza
a
rodearse
de
las
fibras
proteicas
que
constituirán
las
dos
membranas testáceas.
El
huevo
en
formación
llega
al
útero
o
glándula
cascarógena
unas
5
horas
tras
la
ovulación
y
permanece
aquí
entre
18
y 22 horas, tiempo en el que se produce, fundamentalmente, la formación de la cáscara.
También
culmina
en
el
útero
el
proceso
de
hidratación
y
estructuración
del
albumen.
La
transferencia
de
agua
va
acompañada
también
de
minerales,
sobre
todo
sodio,
potasio
y
bicarbonato.
Finalmente
se
constituyen
las
cuatro
capas
diferentes de albumen citadas anteriormente (ver Estructura del huevo).
En
este
proceso
el
huevo
mantiene
un
movimiento
de
rotación
que
da
lugar
a
la
torsión
de
las
fibras
proteicas
del
albumen
denso,
formándose
las
chalazas.
Por
lo
tanto
el
útero,
junto
con
el
magno,
es
responsable
de
las
propiedades
fisicoquímicas
de
la
clara
y
de
la
situación
de
la
yema.
Es
decir,
su
función
es
determinante
en
la
calidad
interna
del
huevo.
En
el
útero
hay
dos
zonas
con
distintas
células
secretoras.
La
parte
más
próxima
al
istmo
es
de
forma
tubular,
de
2
cm
de
largo,
y
en
ella
el
huevo
permanece
5
horas,
donde,
además
de
la
hidratación
de
la
clara,
se
organizan
las
fibras
de
la
membrana
testácea
externa
dentro
de
los
núcleos
de
la
capa
mamilar.
Esto
influye
en
la
fijación
posterior
de
los
cristales de carbonato cálcico y, por lo tanto, en la solidez de la futura cáscara.
La
parte
mayor
del
útero
es
una
bolsa
glandular
donde
se
realiza
la
calcificación
propiamente
dicha.
El
huevo
se
encuentra
en
una
solución
sobresaturada
de
carbonato
cálcico
que
se
va
depositando,
en
forma
de
calcita,
alrededor
y
sobre
las
fibras
que
constituyen
la
membrana
testácea
externa
en
núcleos
o
conos
concretos.
Esta
capa
cristalina
basal
y
los
cristales
que
irradian
constituyen
los
cuerpos
mamilares,
que
crecen
y
se
fusionan
formando
la
capa
mamilar.
Durante
este
proceso
ya
se
van
definiendo los poros que atravesarán la cáscara.
A
partir
de
aquí,
continúa
una
fase
de
calcificación
rápida
que
da
lugar
a
la
capa
en
empalizada
y,
posteriormente,
se
produce
un
cambio de orientación de los cristales, formándose la capa de cristales verticales.
El
alimento
es
la
principal
fuente
de
calcio,
necesario
para
la
formación
de
la
cáscara
(2g).
Diversos
mecanismos
fisiológicos
permiten
que
la
concentración
del
ión
Ca++
en
sangre
se
mantenga
relativamente
constante
y
elevada,
con
la
finalidad
de
conseguir
un
depósito
de
cáscara
regular.
Durante
el
período
de
puesta,
la
gallina
tiene
una
mayor
apetencia
por
el
calcio,
es
decir, consume más, para depositarlo en la cáscara del huevo en formación.
El
fluido
uterino
también
contiene
los
precursores
de
las
proteínas
que
constituyen
la
matriz
orgánica
de
la
cáscara.
La
parte
orgánica
representa
un
2
%
del
total
de
la
cáscara
y
está
constituida
por
una
mezcla
de
proteínas
y
glucoproteínas
(70
%)
con
un
11
%
de
polisacáridos.
Esta
matriz
se
integra
en
el
crecimiento
de
las
columnas
de
calcita,
dando
elasticidad
y
consistencia
a
la
cáscara.
Los
pigmentos
responsables
de
la
coloración
de
la
cáscara
son
porfirinas,
derivadas
del
metabolismo
de
la
hemoglobina.
Se
depositan
las
2
últimas
horas
de
la
formación
del
huevo
y
dependen
de
la
estirpe
de
la
gallina
(es
decir,
de
la
genética,
no
de
su
alimentación).
–
Una
vez
formado
el
huevo,
se
expulsa
a
través
de
la
vagina,
tubo
en
forma
sigmoidea
que
va
desde
el
útero
hasta
la
cloaca.
La
cáscara
se
recubre
en
el
momento
de
la
puesta
del
huevo
por
la
cutícula,
una
fina
capa
de
composición
proteica
que
reduce
las
pérdidas de humedad y la contaminación bacteriana a través de los poros.
No
es
necesario
el
contacto
directo
del
huevo
con
la
vagina
durante
la
puesta,
ya
que
se
produce
un
prolapso
de
la
parte
posterior del útero. El huevo es expulsado con fuerza gracias a las contracciones de la musculatura lisa que rodea la mucosa.
El
complejo
proceso
de
formación
del
huevo
se
puede
alterar
por
cambios
en
la
funcionalidad
del
oviducto
a
causa
de
enfermedades, estrés o problemas nutricionales, que afectarán a la calidad del huevo.
Para
lograr
un
huevo
de
calidad
es,
por
lo
tanto,
necesario
que
la
sanidad
de
las
gallinas,
su
alimentación
y
su
bienestar
estén
garantizados.
Estos
factores
son
la
base
del
sistema
de
producción
de
huevos
de
la
UE,
y
se
recogen
en
la
normativa
de
aplicación en las granjas autorizadas para producir huevos.
Comprueba
cuando
compres
huevos
que
tienen
el
código
del
productor
(que
identifica
las
granjas
autorizadas).
Es
garantía
de
confianza.
Por
eso,
en
nuestro
país,
seguimos
la
normativa
Europea
que
asegura
que
todos
los
huevos
producidos
en
nuestras
granjas
son
de perfecta calidad y no han sido alterados.
Información: Instituto de Estudios del Huevo.
¿Como se distingue el huevo fresco?
La
frescura
del
huevo
es
un
factor
de
calidad.
Tiene
relación,
además
de
con
las
características
de
los
huevos
de
categoría
A
en
la
norma
sobre
comercialización
de
la
UE
(calidad
de
la
cáscara,
de
la
clara
y
yema),
con
los
procesos
que
sufre
el
huevo
después
del
momento
de
la
puesta.
Un
huevo
tiene
su
máxima
calidad
(y
frescura)
en
el
momento
de
la
puesta.
Con
el
paso
del
tiempo
se
producen
cambios
que
afectan
a
su
estructura
y
permiten
diferenciar
un
huevo
más
fresco
de
otro
que
no
lo es tanto.
Un
huevo
muy
fresco
tiene
una
clara
consistente,
en
la
que
se
distingue
claramente
una
zona
alrededor
de
la
yema
más
gelatinosa
y
consistente,
sobre
la
que
flota
la
yema,
que
tiene
silueta
de
semiesfera.
Alrededor de la clara densa hay otra parte de clara acuosa que se extiende en el plato.
Durante
el
almacenamiento
el
huevo
pierde
agua
a
través
de
los
poros
de
la
cáscara
y
en
su
lugar
entra
aire,
que
se
acumula
en
la
cámara
de
aire,
el
espacio
entre
las
membranas
testáceas.
Cuando
el
volumen
de
agua
evaporada
es
mucha,
la
cámara
de
aire
ocupa
mucho
espacio
y
el
huevo
es
capaz
de
flotar
al
ponerlo
en
un
recipiente
con
agua.
Es
un
huevo
que
ha
perdido
su
frescura.
La
velocidad
del
proceso
depende
de
las
condiciones
de
conservación
(humedad
y
temperatura
exteriores).
Se
recomienda
mantener en casa el huevo en el frigorífico, para mantener durante más tiempo su calidad.
Al
tiempo
que
el
huevo
pierde
agua,
la
clara
se
vuelve
menos
consistente,
y
las
chalazas
menos
firmes,
hasta
que
llega
un
momento
en
que
ya
no
sujetan
a
la
yema
centrada
en
el
interior
del
huevo,
y
ésta
se
desplaza
hasta
tocar
las
membranas
de
la
cáscara. Además la membrana de la yema se va debilitando, y es más probable que se rompa al cascar el huevo.
Cuando
cascamos
un
huevo
poco
fresco,
la
yema
aparece
no
ya
como
una
semiesfera
elevada
sobre
la
clara,
sino
más
aplastada
y
con
poco
relieve,
rodeada
por
una
clara
en
la
que
no
se
distinguen
bien
las
dos
zonas,
ya
que
la
clara
gelatinosa
ha
perdido
consistencia y se confunde con la acuosa. Por eso parece que el huevo se “desparrama” en el plato.
Un
huevo
menos
fresco
puede
seguir
siendo
apto
para
el
consumo.
La
fecha
de
consumo
preferente
no
es
una
fecha
de
caducidad.
Sin
embargo
para
evitar
riesgos,
es
conveniente
cocinar
bien
los
huevos
menos
frescos,
más
cercanos
a
la
fecha
de
consumo
preferente.
Así
se
destruye
cualquier
posible
microorganismo
que
haya
podido
contaminar
el
huevo
durante
su
almacenamiento.
Información: Instituto de Estudios del Huevo.
Consejos de conservación y consumo
Deben
desecharse
los
huevos
rotos
(que
tienen
rotas
la
cáscara
y
las
membranas).
Y
consumirse
bien
cocinados
y
cuanto
antes
los
que
presenten fisuras en la cáscara o algún resto de suciedad.
No
deben
lavarse
los
huevos
para
guardarlos
en
el
frigorífico,
ya
que
favorece
la
entrada
de
contaminación
microbiana
del
exterior
al
interior
a
través
de
los
poros,
y
que
se
reproduzca
en
el
período
de
almacenamiento.
Si
detecta
un
huevo
sucio
puede
limpiarlo
con
un
estropajo en seco o con un cuchillo limpio.
Los
huevos
pueden
lavarse
si
se
van
a
utilizar
inmediatamente,
para eliminar cualquier resto de suciedad de su cáscara.
Los
huevos
se
conservan
mejor
en
su
propio
envase,
ya
que
evita
que
absorban
olores
de
otros
alimentos,
y
los
protege
de
los
cambios
de
temperatura.
Además
el
envase
contiene
información
útil
para
el
consumidor
relacionada
con
la
seguridad
alimentaria y la trazabilidad (fecha de consumo preferente, centro de embalaje, empresa comercializadora, etc.).
Los
huevos
no
se
refrigeran
en
el
proceso
de
comercialización
hasta
las
tiendas
porque
se
trata
de
evitar
que
sufran
cambios
bruscos
de
temperatura
al
pasar
de
frío
a
calor,
lo
que
produciría
condensación
de
humedad
en
la
cáscara
y
el
mismo
efecto
que
el
lavado
(riesgo
de
entrada
de
la
suciedad
del
exterior
al
interior
a
través
de
los
poros).
Además,
si
los
huevos
se
humedecen,
pueden
desarrollarse
hongos
en
la
superficie
de
la
cáscara,
que
los
hace
no
aptos
para
el
consumo.
Por
eso
hay
que
evitar también en casa sacar todos los huevos del frigorífico. Solo debemos sacar los que vayamos a utilizar cada vez.
Para
evitar
que
al
cascar
el
huevo
se
contamine
el
contenido
con
la
suciedad
de
la
cáscara,
es
recomendable
no
golpearlo
para
romperlo
en
el
borde
del
recipiente
en
que
lo
vayamos
a
manipular.
Mejor
hacerlo
en
la
encimera.
Así
evitamos
que
puedan
caer trozos de cáscara al contenido del huevo.
Debemos
manipular
los
huevos
con
higiene:
lavarnos
las
manos
antes
y
después
de
cogerlos,
mantener
limpias
las
superficies
y
utensilios
de
la
cocina,
utilizar
las
temperaturas
de
cocinado
adecuadas
para
eliminar
riesgos
de
contaminación
y,
si
no
se
cocina
a
temperatura
suficiente,
consumir
los
platos
tras
su
elaboración.
Estas
recomendaciones
son
especialmente
importantes
en
verano,
ya
que
con
el
calor
los
gérmenes
se
multiplican
con
mayor
rapidez
en
un
alimento
tan
nutritivo
como
el
huevo.
Hay
que
guardar
los
platos
cocinados
con
huevo
en
el
frigorífico
y
evitar
que
permanezcan
a
temperatura
ambiente,
sobre todo en verano.
En
la
cocina,
al
manipular
alimentos
crudos
o
cocinados
debemos
evitar
la
contaminación
cruzada
.
Es
esencial
recordar
no
utilizar
las
manos,
vajilla
o
utensilios
que
han
estado
en
contacto
con
alimentos
crudos
para
tocar
los
alimentos
ya
cocinados, sin limpiarlos bien previamente.
La
mayonesa
y
otras
salsas
que
se
hacen
con
huevo
sin
cocinar
deben
consumirse
inmediatamente,
o
en
24
horas
si
la
mantenemos
en
el
frigorífico.
Para
mayor
seguridad,
pueden
usarse
mayonesas
ya
preparadas,
pero
una
vez
abiertas
hay que tener las mismas precauciones que con las caseras.
Las
gallinas
ponedoras
de
las
granjas
de
la
UE
están
sanitariamente
controladas
y
en
España
se
vacunan
todas
contra
la
salmonelosis.
Como
consumidores
tenemos
la
responsabilidad
de
manipular
higiénicamente
el
huevo
y
otros
alimentos
para
evitar
las
toxiinfecciones
alimentarias.
En
la
mayoría
de
los
casos,
la
manipulación
inadecuada
en
la
preparación
o
almacenamiento de los alimentos es el origen de las contaminaciones bacterianas.
Información: Instituto de Estudios del Huevo.
Vitaminas y minerales esenciales
Un
huevo
aporta
cantidades
significativas
de
una
amplia
gama
de
vitaminas
(A,
B2,
Biotina,
B12,
D,
E,
etc.)
y
minerales
(fósforo,
selenio,
hierro,
yodo
y
cinc)
que
contribuyen
a
cubrir
gran
parte
de las necesidades diarias de nutrientes.
La
acción
antioxidante
de
algunas
vitaminas
y
oligoelementos
del
huevo
ayuda
a
proteger
a
nuestro
organismo
de
procesos
degenerativos
como
el
cáncer
o
la
diabetes,
así
como
de
las
enfermedades cardiovasculares.
Ligados
a
la
fracción
grasa
del
huevo
(que
está
en
la
yema),
se
encuentran
nutrientes
muy
interesantes,
como
las
vitaminas
liposolubles
(A,
D,
E,
K).
Importante
también
es
el
contenido
en
hierro, folatos y vitamina B12, de los que a menudo no llegamos a ingerir las cantidades diarias recomendadas en la dieta.
La
biotina
es
otro
nutriente
esencial
que
se
encuentra
en
el
huevo.
Se
relaciona
con
la
protección
de
la
piel
y
el
mantenimiento
de
importantes
funciones
corporales.
La
ingesta
diaria
recomendada
de
biotina
es
de
30
μg
por
día,
que
un
huevo
cubre
aproximadamente en un 40%.
La
biotina
y
la
proteína
de
la
clara
no
son
asimiladas
por
nuestro
cuerpo
si
se
consume
la
clara
cruda.
Por
ello
es
siempre
recomendable calentar las claras hasta su coagulación.
Los
huevos
contienen
además
riboflavina,
importante
para
el
crecimiento
corporal
y
la
producción
de
glóbulos
rojos;
selenio,
un
potente antioxidante, y vitamina K, que interviene en la coagulación sanguínea.
Información: Instituto de Estudios del Huevo.
Usos del huevo
ALIMENTICIO
Además
de
ser
un
alimento
de
uso
habitual
en
el
hogar,
el
huevo
puede
utilizarse
como
ingrediente
de
las
industrias
alimentarias
en
la
preparación
de
alimentos
elaborados como salsas, postres, bollería o platos preparados.
También
se
emplea
como
ingrediente
de
gran
interés
por
sus
propiedades
tecnológicas
y
funcionales.
Las
diferentes
partes
del
huevo
y
sus
propiedades
características
permiten
múltiples
posibilidades
de
utilización
en
función
de
las
cualidades
fisicoquímicas
u
organolépticas
que
se
requieran.
Las
proteínas
de
la
clara
permiten
hacer
mousses
o
suflés,
mientras
que
las
de
la
yema
intervienen
para
emulsionar
salsas
tipo
mayonesa.
El
huevo
entero
posee
la
mayoría
de
las
propiedades
tecnofuncionales
de
la
yema
y
cierta
capacidad
espumante,
pero
lógicamente
en
menor
grado.
Su
utilización
es
bastante
habitual
en
la
cocina
para
la
elaboración
de
mahonesas
y
salsas,
flanes,
magdalenas,
pastas,
barquillos
o
panes
especiales, entre otros.
Entre
las
propiedades
más
destacadas
del
huevo
se
encuentran
la
espumante,
la
adhesiva,
la
aglutinante,
la
clarificante,
la
coagulante y gelificante, la colorante, la emulsionante y la aromatizante.
El
huevo
es
también
apreciado
como
ingrediente
para
alimentos
de
animales
de
compañía
o
producción,
por
la
calidad
nutricional que aporta.
El
calcio
de
la
cáscara
se
está
probando
para
pacientes
con
problemas
renales
que
necesitan
dietas
bajas
en
fosfatos.
También
para enriquecer productos de pan y bollería, así como bebidas de frutas.
La
lisozima
es
una
proteína
del
albumen,
que
está
presente
también
en
la
saliva
y
las
lágrimas.
Se
emplea
como
aditivo
alimentario
para
favorecer
la
conservación
de
algunos
alimentos
y
frenar
el
desarrollo
bacteriano,
por
ejemplo,
en
vinos,
quesos,
vegetales y frutas, carnes o pescados. La lisozima empleada en estos usos se extrae de la clara de huevo.
NO ALIMENTICIO
El
huevo
tiene
interés
más
allá
de
su
uso
alimentario
en
muchos
otros
campos.
El
fraccionamiento
de
sus
proteínas
abre
la
puerta a posibilidades variadas, en función de los componentes obtenidos y sus características.
Son
conocidos
los
usos
del
huevo
en
cosmética.
Entre
ellos,
la
capacidad
de
regenerar
el
cabello
dañado,
por
lo
que
se
emplea
como
base
de
mascarillas
capilares.
Algunos
componentes
de
las
membranas
testáceas
se
emplean
para
el
cuidado
de
la
piel.
La
lecitina se emplea para la fabricación de liposomas, con aplicaciones en cosmética y farmacia.
Las
proteínas
del
albumen
son
fuente
de
péptidos
bioactivos
con
diferentes
propiedades.
Una
de
las
más
estudiadas
es
la
antihipertensiva,
que
podría
dar
lugar
al
desarrollo
de
tratamientos
novedosos.
Las
proteínas
ovotransferrina
y
fosvitina
tienen
propiedades
antibacterianas
que
pueden
utilizarse
en
medicina.
La
ovomucina
ha
demostrado
tener
propiedades
antitumorales
in vitro, y contra la absorción del colesterol.
La
immunoglobulina
del
huevo
IgY
(g-livetina),
al
igual
que
la
IgG,
tiene
amplia
aplicación
en
inmunología
(tratamiento
de
infecciones intestinales, colitis, enfermedad celíaca, fibrosis quística, caries, etc.).
A
partir
del
fraccionamiento
de
la
yema
se
han
obtenido
bioplásticos
que
forman
películas
protectoras
para
usos
alimentarios
(conservación
de
carnes,
quesos,
pescados…)
y
no
alimentarios.
Por
su
propiedad
de
fundirse
a
temperaturas
no
muy
elevadas,
tienen aplicaciones como envases biodegradables, entre otras.
La
cáscara
de
huevo
es
un
subproducto
de
las
industrias
de
elaboración
de
ovoproductos.
Puede
tener
usos
tanto
a
nivel
industrial
como
doméstico.
Las
cáscaras
pueden
ser
utilizadas
en
diferentes
campos
como
la
producción
de
forraje
o
abono.
Se
emplea
como
corrector
de
suelos
ácidos,
por
su
composición
en
carbonato
cálcico.
En
jardinería,
la
cáscara
de
huevo
molida
se
emplea como helicida (para eliminar caracoles y babosas).
Además,
ofrece
características
interesantes
para
su
empleo
en
aplicaciones
industriales,
por
ejemplo,
como
catalizador
respetuoso
con
el
medio
ambiente.
Se
ha
utilizado
con
éxito
para
la
producción
de
biodiesel
y
en
la
síntesis
de
H2/syngas,
DMC
y
diferentes
compuestos
bioactivos
tales
como
cromenones,
piranos,
benzotiazoles
o
lactulosa,
con
resultados
tan
buenos
como
los
obtenidos con los catalizadores desarrollados a partir de otras fuentes.
También
tiene
aplicaciones
como
absorbente
de
metales
pesados,
y
como
soporte
para
el
desarrollo
de
nanocompuestos
para
tratar aguas residuales.